El Rododendro y una canción
Carla está en un parque, que tiene un lago y unos patos que nadan en fila. En la orilla unos niños cuidando a sus padres. Uno de los niños tiene un largo cabello dorado, que se hace mas dorado por el efecto del sol sobre el lago de patos.
La espera ya no es tortura, es un estado al que se llega ya con paciencia, sin afanes ni contratiempos. Es el momento en el que tantas esperas han dejado su sombra invisible impregnada sobre la piel, que ya no es la misma, ahora con más relieves, más soles y lluvias, sobre una banca de madera que mira un pato distraído que no sabe donde está su madre, oculta por uno de los arbustos del lago.
El parque está lleno de diferentes colores, a Carla le atrae el color púrpura de una especie de pompones de papel seda, rosas de un árbol no muy alto, que parece haberse apoderado del parque. Un letrero de madera dice que el árbol se llama Rododendro y que no es un árbol, sino un arbusto.
Maya ha llegado. A unos metros se escucha Desireless.
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